Hace semanas que la comidilla política se alimenta de la carroña novelesca del ministro de desempleo Jorge Triaca, que (como no podía ser de otra manera a un funcionario Macrista) entra en flagrante contradicción con la cartera que lleva a cargo.
Lo cierto es que Jorge Hijo tenía empleada informalmente a una persona de su extrema confianza, tanto que la puso a cargo de la intervención de un Sindicato junto a un centenar de allegados, que encontraron cobijo económico bajo el ala de uno de los sindicatos caídos en la ofensiva antiobrera que MM viene despuntando desde que asumió el 10 de diciembre del 2015 .
Lo cierto es que Jorge Hijo tenía empleada informalmente a una persona de su extrema confianza, tanto que la puso a cargo de la intervención de un Sindicato junto a un centenar de allegados, que encontraron cobijo económico bajo el ala de uno de los sindicatos caídos en la ofensiva antiobrera que MM viene despuntando desde que asumió el 10 de diciembre del 2015 .
A Sandrita los afiliados del SOMU (Sindicato de Obreros Marítimos Unidos) le pagaban los aportes del conchabo que tanto le costó durante años afrontar a Jorge y su Familia. Y que hoy lloran tener que desprenderse de la teta de los cargos políticos creados por la administración Cambiemos; aunque, para ser sinceros, es difícil que el chancho chifle. ¿Cómo creerle a un gobierno que en la práctica rompe permanentemente sus prometedoras propuestas?
El affaire Triaca es sólo humo sobre el agua, y su falta de ética flagrante como empleador el menor de los males en las prácticas del Ministro.
Desde que Cambiemos se hiciera cargo de la cosa pública, emana paisajes de empleados estatales frente al horror de prácticas expulsivas, que van desde listas negras en las puertas de organismos públicos, en manos de cientos de botones que atajan el pan y la sal de miles, hasta máquinas protofuturistas que leen en los pulgares, futuros de exclusión o inclusión la incertidumbre del despojo que tanto deslumbra a los poetas del pensamiento Postmo.
Desde que Cambiemos se hiciera cargo de la cosa pública, emana paisajes de empleados estatales frente al horror de prácticas expulsivas, que van desde listas negras en las puertas de organismos públicos, en manos de cientos de botones que atajan el pan y la sal de miles, hasta máquinas protofuturistas que leen en los pulgares, futuros de exclusión o inclusión la incertidumbre del despojo que tanto deslumbra a los poetas del pensamiento Postmo.
Jorgito, Triaca (el que te manda a la concha de tu madre), no ha intervenido ni una sola vez a favor de los trabajadores despedidos en cientos de fabricas de todo el país, la escena que se reproduce es la misma que en los organismos públicos, una guardia pretoriana represiva que grafica la violencia en hechos como el desalojo en Pepsico, o los balazos dejados como huellas en los trabajadores de cresta roja.
Triaca Junior también es el ariete de apriete en la dialéctica con los gremios, los vergonzosos festejos con la cúpula de la CGT garantizaron durante casi 26 meses una tibieza cuasi copulatoria como réplica de la relación del Patilla de Anillaco con los Gordos en la década del ´90.
La Reforma Laboral es un hueso duro de roer y tal parece que la venia del triunvirato Cegetista a la ley no alcanza para garantizar ni siquiera un mínimo consenso, las amenazas a los dirigentes sindicales, la participacionista actuación del poder judicial y el circo de la pelea con Moyano, intentan aclimatar un escenario diferente al de la Reforma Previsional que perforó gran parte del capital político de la alianza de poder que gobierna.
Seguir con la comidilla de la novela de Triaca, su familia y sus relaciones de patronazgo es perseguir el humo sobre el agua, en tierra firme la reforma laboral y el Marco Paritario, la lucha no puede errar el paraje, la calle espera.
Cristian Arrieta
Tenista de Arena Frustrado
Marinero Sobrio
Célibe Renegado.
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