Parece que se pretende todo el tiempo iluminar desde las cátedras, desde los medios, desde la lógica imperante, el cómo leer la realidad.
Hay una construcción de los sentidos en común de naturalizar ciertos modos, ciertas adjetivaciones, como normales y contra las cuales no hay que ir, mucho menos cuestionarlas
Si decimos que tal empresario K tiene mucha plata, es porque robó.
Si decimos que Aranguren tiene mucha plata, es empresario exitoso.
La diferencia no es sólo la ideología política.
Es cultural.
Y contra eso es que vamos como cabra contra el paredón.
Si echaron empleados públicos es porque son ñoquis.
Si el trabajo de esos empleados ahora es un negocio privado es para hacerlo eficiente.
El negocio que se pone en marcha para los controles de calidad que efectuaba el INTI ya no puede sorprendernos tanto. No hay manera.
Pero volviendo a la construcción del sentido común, se ha perdido la posibilidad de establecer discusiones que tengan que ver con lo propio, se vuelve a perseguir el carro con los caballos en la mano porque volvieron a ganar la posibilidad de marcar agenda, de señalar qué se discute, y lo más importante, el cómo.
En este momento se pretende tener cierta libertad de pensamiento por medio de las redes sociales, una bocanada de aire fresco entre tanto corset impuesto por la hegemonía.
Pero... (siempre hay un pero) acá se puede ver en twitter que todo el tratamiento informativo es sobre la represión, sobre los despedidos, sobre el ajuste, los ñoquis, las ventajas de reducir el Estado
Seguimos sin discutir desde dónde habla cada quien, algo que se había tomado como costumbre en tiempos de 678.
Decir desde dónde se habla.
La censura está funcionando.
En las redes el ejército de Trolls pagos domina el discurso, en la radio las empresas no pueden sobrevivir sin la pauta oficial que los condiciona, en la televisión peor todavía, en los diarios la hegemonía es monstruosa.
Cuándo vamos a pensar en la necesidad de tener un medio, dos medios, muchos medios propios?
Donde no se hable de Populismo como algo malo.
Donde no se diga que el Estado debe ser chico y bobo.
Donde no se insulte a las mayorías.
Donde se busque el bien colectivo por sobre el individual.
Donde no se hable de régimen en Venezuela o en Cuba.
Donde se pueda hablar de Jauretche, Scalabrini Ortiz, Marechal, Soriano o Arlt.
Donde hablen y ese decir sea parte del Nosotros grande.
Donde hablen los de pata al suelo.
Martín Orellano
Escritor
Estud Ciencia Política
Trabajador de Radio
pocoloco.orell@gmail.com
Estud Ciencia Política
Trabajador de Radio
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