Cuando Carrasco tuvimos un ruidito ahí, donde la conciencia del ζῷον, zỗion, «animal» y πολῑτῐκόν, politikón, «político (de la polis), tuvimos la intuición de que algo cambiaba.
Cuando Nair Mustafá, cuando Soledad Morales, cuando Me Cortaron las Piernas, cuando Say No More, cuando Felices Pascuas, cuando el Helicóptero.
Sociedad alerta que huele el cambio, se prepara, acomoda el cuerpo y el deseo se convierte, el miedo marca el cuando y la más maravillosa música está ahí, cuando el populus.
En estos dos años tuvimos esa cosquilla varias veces.
El Panamá Papers que apareció el 3 de abril de 2016 por 109 medios de comunicación (periódicos, canales de televisión y plataformas digitales) en 76 países, el mundo se quebraba por la filtración de documentación que vinculaba a cientos de políticos y figuras del mundo con el lavado de activos mediante cuentas en paraísos fiscales que no preguntan de dónde proviene el dinero.
El ex presidente de Boca figuraba como una de las figuras de relevancia y parecía que el sueño de cuatro años de gobierno parecía que no iba a poder cumplirse.
Este fue uno de esos momentos.
Pero no pasó nada.
Todo quedó en una nube de humo que sorprendió a una gran parte de la prensa internacional.
No voy a hacer una reseña detallada.
No hace falta mucho esfuerzo para recordar lo más cercano.
Santiago Maldonado perseguido en una represión de gendarmería, desaparecido por casi ochenta días, y su cuerpo aparece río arriba ahogado. Parecía que Kostequi y Santillán pero no.
Y por si faltaba un empujón Nahuel, perseguido por prefectura, bala de nueve milímetros en la espalda y nada.
La reducción de las jubilaciones, la represión, la cacería policial persiguiendo humanxs por las calles a bastonazo limpio, la furia desatada, el miedo de manifestar, el terror otra vez.
Y después Chocobar disparando un último balazo que asesina a un ser humano de 19 años, por la espalda, felicitado y aplaudido y defendido.
Este canto, este grito de una sociedad que recibió la factura de gas, la factura de luz, que gritó el tipo que lo echaron del laburo, la docente que le cerraron otra escuela más, el primo de la maestra que no le dieron los remedios para el cáncer, el tío que no puede pagar el alquiler, el dueño de la fábrica que cerró.
Gente que nunca participó en la política (bue...) lo cantó en la cancha, se sumó a un grito colectivo, a un dolor de laburantes, a una memoria de nos que su himno decía que se levanta a la faz de la tierra una Nación gloriosa y nueva, que está coronada de laureles y ante la cual se rindió un león.
Pero mis ganas de que esto sea el comienzo de algo se escapan.
Algunos creen que pueden decir que si A sucede le sigue B.
No, lamento bajarte del caballo, pero no funciona así.
Durán Barba se ríe de nosotros.
Martín Orellano
Escritor
Estud Ciencia Política
Trabajador de Radio
pocoloco.orell@gmail.com
Estud Ciencia Política
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