Los Mercados nos hablan
y dicen que nos quieren Albas,
nos quieren de Espumas,
nos quieren de Nácar…
(casi de Alfonsina Storni)
Desde los bastiones oficialistas se advierte constantemente sobre los peligros de intervenir en los mercados e impedirles desenvolverse con libertad
Es común escuchar hablar de las maldiciones que han traído a nuestra prosperidad esta bárbara costumbre, propia de país bananero y poco serio, que gusta de la brutalidad y poca sofisticación de imposición de regulaciones o direccionamientos, que no sean producto exclusivo de las “Fuerzas del Mercado”.
Las anteriores afirmaciones son férreamente sostenidas por dos tipos de personas; los CEOS o asesores de las compañías multinacionales, que nunca quieren ser controladas mi reguladas, algunos de ellos además exhiben sin pudores y a plena luz del día, su doble “nacionalidad” de ejecutivo privado/funcionario público.
En el otro lado tenemos al grueso variopinto de cultores del liberalismo utópico -ese que todo lo mejoraría pero que nunca existió- que gustan de expresar donde tengan ocasión, lo lejos que estamos de algún punto ideal de desarrollo económico y social y que “En Capitalandia, si invertís en un negocio todos te ayudan, no hay planes para nadie, todo el mundo es un empresario, la policía te cuida, el sindicato te avala y los niños son felices”.
En general estas opiniones niegan o desconocen las fuertes barreras proteccionistas e intervencionistas históricas que han hecho influyentes a los países con economías poderosas del mundo, muchas de esas sentencias que se emiten denotan haber sido extraídas de lo que vieron películas grabadas, compradas en la calle a un trabajador de la economía popular -quizás hasta extranjero! (Agregar tono de persona mayor anfitriona de almuerzos en televisión)-, porque es más barato. O bien son el corolario del video prohibido en youtube, aquel que Fidel Castro y Stalin no quiere que veas.
El gobierno, que participa de ambas cualidades de personas, rinde culto a este dios irascible del mercado (más adelante podemos hablar de qué tipo de mercado es el "mercado"), es su principal Brahmán, y dirigiendo esta teocracia moderna, disfrazada de tecnocracia, decidió cortar camino por la banquina, mediante un super-archi-hiper decreto que modifica gran parte del sistema legislativo argentino, sin respetar los procedimientos más básicos establecidos en constitución, aquella que años atrás defendían con patrioterismo, y la colmaban de llantos y sacrificios de dolor, pues denunciaban ser pisoteada por los dictadores de turno.
Ante cada medida mezquina, inequitativa, que aumenta cargas y rebaja beneficios para muchos, se le agrega otra que aumenta beneficios y rebaja impuestos a un puñado, aparecen nuevamente en escena los lava cabezas, en forma de esa plèyade de economistas y especialistas a explicarnos lo que “El mercado está diciendo”, fogoneado por buenos titulares y portadas de diarios y revistas que nos informan que “El mercado está feliz como Riquelme”, después de poner techo a una paritaria, quitar un beneficio social, o anunciar achicamiento de gastos esenciales del estado, que una y otra vez se desentiende de sus obligaciones políticas esenciales, cuestiones que no son negociables políticamente, pero que nos cuentan que son objetivos que cada gobierno se define. ¿Y para qué tanta guerra del litoral, tanto caudillo, tanta civilización y barbarie, si ahora viene el mejor equipo de los 50 años y nos dice que lo que quisieron definir en la Constitución, fue que cada uno se salve como pueda y no construir una nación.
Ahí vuelve esta idea del mercado( sea paciente que ya dijimos que más adelante vamos a hablar de qué tipo de mercado es el "mercado"), transformada en nuestra objetivo como pueblo, esa noción tan noble que todo lo justifica y que nos da un norte.
Es común escuchar hablar de las maldiciones que han traído a nuestra prosperidad esta bárbara costumbre, propia de país bananero y poco serio, que gusta de la brutalidad y poca sofisticación de imposición de regulaciones o direccionamientos, que no sean producto exclusivo de las “Fuerzas del Mercado”.
Las anteriores afirmaciones son férreamente sostenidas por dos tipos de personas; los CEOS o asesores de las compañías multinacionales, que nunca quieren ser controladas mi reguladas, algunos de ellos además exhiben sin pudores y a plena luz del día, su doble “nacionalidad” de ejecutivo privado/funcionario público.
En el otro lado tenemos al grueso variopinto de cultores del liberalismo utópico -ese que todo lo mejoraría pero que nunca existió- que gustan de expresar donde tengan ocasión, lo lejos que estamos de algún punto ideal de desarrollo económico y social y que “En Capitalandia, si invertís en un negocio todos te ayudan, no hay planes para nadie, todo el mundo es un empresario, la policía te cuida, el sindicato te avala y los niños son felices”.
En general estas opiniones niegan o desconocen las fuertes barreras proteccionistas e intervencionistas históricas que han hecho influyentes a los países con economías poderosas del mundo, muchas de esas sentencias que se emiten denotan haber sido extraídas de lo que vieron películas grabadas, compradas en la calle a un trabajador de la economía popular -quizás hasta extranjero! (Agregar tono de persona mayor anfitriona de almuerzos en televisión)-, porque es más barato. O bien son el corolario del video prohibido en youtube, aquel que Fidel Castro y Stalin no quiere que veas.
El gobierno, que participa de ambas cualidades de personas, rinde culto a este dios irascible del mercado (más adelante podemos hablar de qué tipo de mercado es el "mercado"), es su principal Brahmán, y dirigiendo esta teocracia moderna, disfrazada de tecnocracia, decidió cortar camino por la banquina, mediante un super-archi-hiper decreto que modifica gran parte del sistema legislativo argentino, sin respetar los procedimientos más básicos establecidos en constitución, aquella que años atrás defendían con patrioterismo, y la colmaban de llantos y sacrificios de dolor, pues denunciaban ser pisoteada por los dictadores de turno.
Ante cada medida mezquina, inequitativa, que aumenta cargas y rebaja beneficios para muchos, se le agrega otra que aumenta beneficios y rebaja impuestos a un puñado, aparecen nuevamente en escena los lava cabezas, en forma de esa plèyade de economistas y especialistas a explicarnos lo que “El mercado está diciendo”, fogoneado por buenos titulares y portadas de diarios y revistas que nos informan que “El mercado está feliz como Riquelme”, después de poner techo a una paritaria, quitar un beneficio social, o anunciar achicamiento de gastos esenciales del estado, que una y otra vez se desentiende de sus obligaciones políticas esenciales, cuestiones que no son negociables políticamente, pero que nos cuentan que son objetivos que cada gobierno se define. ¿Y para qué tanta guerra del litoral, tanto caudillo, tanta civilización y barbarie, si ahora viene el mejor equipo de los 50 años y nos dice que lo que quisieron definir en la Constitución, fue que cada uno se salve como pueda y no construir una nación.
Ahí vuelve esta idea del mercado( sea paciente que ya dijimos que más adelante vamos a hablar de qué tipo de mercado es el "mercado"), transformada en nuestra objetivo como pueblo, esa noción tan noble que todo lo justifica y que nos da un norte.
Sí, Sí.
Parece que hemos perdido calidad en nuestros objetivos como Nación y como sociedad, pero no podemos ser tan poco profesionales de pedirles resultados recién a dos años y meses de un gobierno que ya hizo costumbre cada semestre decir que las predicciones del semestre anterior, y las promesas de campaña, estaban erradas y ...recalculando..., y nunca una buena... y sólo sacrificios… y mirando nuestra propia historia reciente que terminó como todos sabemos y un país para reconstruir, y lo hicimos, nos surgen preguntas bobas en torno a esta personificación del Mercado:
¿Cómo llegó tan lejos la noción de un “mercado” independiente del entorno, que además piensa y opina?
¿Qué es la confianza que necesitan los mercados?
¿Por qué esos mercados no necesitan también ganarse nuestra confianza?
Al fin y al cabo quieren nuestro dinero.
También se nos ocurren otras preguntas filosóficas más generales pero pertinentes para interrogar a este grupo de inversionistas que el gobierno insiste que traerán la bonanza:
¿Que pretende usted de mí?
¿Cuántos crímenes más vamos a soportar en nombre del amor?
PD:(Cálmese que ya dijimos que en algún momento vamos a hablar de qué tipo de Mercado es el "Mercado")
No, no es por acá...
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