
Los últimos días de Febrero vinieron acompañados de un clima denso y pesado. La semana estuvo amenazada con pronóstico de lluvias y tormentas, tormentas que no llegaron ni al chaparrón y aumentaron el porcentaje de la humedad. El barrio Sargento Cabral se viste de fiesta. Asoman los primeros gorros y banderas, más de uno sigue con la misma ropa de aquél hermoso finde largo de carnaval. Para los desconocidos, el barrio Sargento Cabral está ubicado en el centro norte de la ciudad, muy cercano al Bv Gálvez.
Es un barrio emblemático, con casas bajas que no superan el segundo piso y algún que otro edificio no muy alto con departamentos. El barrio está cerca de todo, del centro, de la costanera, de la Avenida General Paz, de Aristóbulo del Valle, de Salvador del Carril. Aquí en este barrio se respeta la siesta, pero esta semana todos parecen olvidarla.
La semana del clásico los tiene a todos un poco ansiosos y desesperados… Cierro los ojos, los imagino a todos y uno por uno este próximo Domingo… A una cuadra veo las familias de todos mis amigos del barrio. Para todos y cada uno de ellos el carnaval se extendió por todo el mes y puede llegar a extenderse casi todo el mes de Marzo.
Es que para algunos de la familia de mi amigo Leo la oportunidad de levantar cabeza es inmejorable, y pese a que su mamá tira para “Los primos”, su herencia paternal le deja los colores rojos y blancos como el más preciado tesoro…Sumado a eso, el capricho de José, su padre, lo obliga a cargar en la espalda el nombre de quien es el máximo ídolo del club de la Avenida. Sí, mi amigo Leo, su hermana y su papá están ansiosos, les cuesta mucho tiempo y esfuerzo conseguir el dinero, pero ahí están, con su bono de 200 pesos en la mano, prometiendo cosas increíbles para conseguir el mejor resultado. Sí, ellos se visten de fiesta, no llevan trajes llenos de brillos y lentejas típicas del carnaval, pero llevan los colores de su corazón en todas sus remeras.
A la vuelta de casa está la familia de mi amigo Lucas y el no quiso ser menos. Hace algunas semanas se fue de incognito a Rosario a ver el partido de su equipo, y si, fue testigo de esta remontada y del comienzo de una racha victoriosa. No es la primera vez que hace eso. Antes se fue a la Bombonera y otra vez a Rosario y a un par de lugares más. La política y la violencia que se vive en las calles obligaron a que no disfrutemos de los visitantes en el fútbol argentino, pero a él mucho no le importa, él sabe que a donde vaya su querido Colón, su corazón y a veces su cuerpo estarán ahí acompañándolo. El también viste con orgullo sus colores que son el legado paternal. Su Papá, Luis, le dio su mejor herencia y un lugar en la tribuna para toda la temporada y todas las temporadas.
Historias como éstas abundan en todos los barrios de la ciudad. De pequeño, la amistad que forme con estos dos amigos se forjó de tardes y noches enteras jugando al fútbol en la plaza del barrio, y nombré dos ejemplos de los tantos pibes que fuimos en aquella banda.
A nosotros como a tantos más el fútbol nos unió en muchísimas momentos. Ya sea por la coca, por el honor o contra otros pibes de otros barrios. El fútbol nos unía casi todas las tardes; Pero no todo era color de rosas, el fútbol también nos separaba cuando los equipos de Santa Fe jugaban su partido entre sí.
La semana de clásico nos obliga a hacer este parate. En un costado queda el panorama deportivo, acerca de cómo llega cada uno, de cómo va el historial, de si juega Alan Ruiz o Lucas Gamba.
En una ciudad tan pequeña en donde todos nos conocemos con todos, en donde siempre alguno de la familia es hincha del equipo rival, no podemos olvidarnos que en la tribuna que hay enfrente, hay alguien que seguramente querés mucho alentando por sus colores.
Que sea un clásico en paz y que gane la gente.
Ignacio Sanchez
Periodista Deportivo
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